Castilléjar se constituye
desde tiempos inmemoriales
en punto estratégico
en la ruta comercial que unía
las costas almerienses y murcianas
con las tierras del Valle
del Guadalquivir. Su emplazamiento
natural entre los ríos
Barbatas y Guardal ha condicionado
su evolución histórica
e incluso su topónimo,
pues siempre debió
ser un punto fortificado de
la ruta señalada.
El
nombre de la localidad fue
en un principio el de Castilleja,
y como tal permaneció
hasta finales del siglo XVIII,
para pasar a denominarse Castilléjar
de los Ríos del que
quedó solo su actual
topónimo.
Comparte su historia con
el resto de la comarca: alternativas
bajomedievales en su control,
señorío del
Conde de Lerín y del
Duque de Alba, participación
en la revuelta morisca y dependencia
eclesiástica del arzobispado
de Toledo hasta fechas muy
recientes.
De
su entramado urbano, es digna
de mención la parte
más elevada, al haberse
conservado sus rasgos históricos
y populares a través
de calles estrechas e interesantes
casas perfectamente encaladas.
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