Este paso
obligado será transitado
siguiendo el curso de los ríos,
desde los tiempos más
remotos por numerosas civilizaciones
que dejaron su inconfundible
huella a lo largo de todo el
discurrir histórico y
prehistórico.
Pinturas rupestres
neolíticas, restos
humanos que datan de la Edad
del Bronce y varias necrópolis
ibéricas halladas en
sus alrededores, así
lo atestiguan.
A partir del
siglo II a. De C. el impacto
de la romanización
se expandió por todo
el altiplano oscense, pasando
a formar parte, según
la división de Augusto,
del conventus carthaginiensis.
Los habitantes de la región
oscense acudían a Cartagena
para dirimir sus pleitos jurídicos.
El
municipio de Tútugi
en Galera constituyó
el núcleo urbano de
la comarca. En el actual término
de Huéscar no existió
ciudad, sino un conjunto de
diversas villas romanas.
En Huéscar se conservan
tres inscripciones romanas
y algunos restos monumentales
reutilizados para la construcción
de una torre del antiguo recinto
árabe..
De la época
medieval, caracterizada por
la alternancia de musulmanes
y cristianos, quedan pocos
restos de lo que era la Mezquita
Musulmana. Lo que sí
es representativo
de esta època son las
Atalayas que surgen en los
lugares más estratégicos
como un hito de la historia
medieval de esta tierra.
En 1495
Huéscar y sus tierras
son otorgadas a Don Luis de
Beaumont, Conde de Lerín
y en 1513 pasa a manos del
II Duque de Alba. De esta
manera, y con la repoblación
cristiana que se lleva a cabo,
la ciudad oscense cambia su
aspecto, sustituyéndose
la imagen de localidad musulmana
por los símbolos del
nuevo poder dominante, fundamentalmente
en lo referente al urbanismo,
los edificios religiosos (iglesias
y conventos) y las casas señoriales
de las nuevas familias cristianas.
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