Construido en 1547, se proyecta
en un principio como un gran
templo de tres naves, con la
techumbre de la Central -ancha
y muy alta- bellísimamente
artesonada.
A la altura de la cabecera los
muros se abrían a tres
arcos hasta todo lo alto, de
los cuales los laterales indicaban
el crucero, mientras el central
marcaría la embocadura
de una Capilla Mayor absidal,
sobreañadida hacia el
Norte. Pero de esto solo pudo
llevar a ser realidad el espléndido
artesonado al que hacemos referencia.
Debido a la pasión teatral
que a lo largo del siglo XIX
reinó en España,
se constituye la Sociedad del
Teatro Oscense, que se queda
con la Iglesia de Santo Domingo,
desglosada del convento, y cuya
adaptación se realiza
en 1858.
La cabecera del templo pasó
a ser zona de escenario, tramoya
y bastidores. En el resto del
cuerpo de la nave se montó
el patio del público,
con sus butacas, palcos y plateas.
Años más tarde, cuando el cine
va poco a poco ocupando su lugar,
el Teatro Oscense va progresivamente
a menos hasta llegar a su cierre
definitivo.
Un estudio actual pretende rescatar
este monumento y habilitarlo,
adaptándolo a las necesidades
socioculturales de la ciudad.