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Aparte de
la belleza paisajística
de nuestro municipio, contamos
con una serie de yacimientos
arqueológicos en los
que aparecen representadas todas
las culturas desde la prehistoria
hasta la época medieval.
Esta gran abundancia de restos
arqueológicos se debería,
tanto a los buenos recursos
naturales de que dispone el
término municipal, como
a que es un lugar de paso entre
Andalucía y Levante.
Los primeros vestigios se remontan
al Paleolítico. Los indicios,
al aire libre, se encuentran
asociados a afloramientos de
sílex y cuarcita. Se
han recogido núcleos
(en los que se ha empleado la
técnica levallois), raederas,
raspadores, buriles, láminas,
etc... La economía de
este período se basaba
en la caza y la recolección,
actividades que pudieron ser
desarrolladas en Puebla.
En
algunos puntos del territorio
han aparecido útiles
que pueden quedar encuadrados
dentro del Neolítico,
como laminillas, geométricos,
microburiles, microrraspadores...
En esta fase, que es la que
cuenta con menos presencia
en nuestro municipio, se produce
el descubrimiento de la agricultura
y la ganadería. El
hombre deja de practicar una
economía depredadora
para convertirse en productor
de sus propios alimentos.
Al Neolítico
le sucede la Edad del Cobre,
que aparece claramente representada
en Puebla por la presencia
de importantes yacimientos
campaniformes. Las gentes
de este período seguían
teniendo, como base fundamental
de su economía la agricultura
y ganadería. Nuestras
tierras, aptas para estas
actividades (especialmente
la llanura del campo), atraerían
a los grupos humanos que ocuparon
nuestro territorio. También
conocían la metalurgia
del cobre, que trabajaban
mediante la técnica
del martilleo.Hay numerosos
fragmentos cerámicos
con decoración campaniforme
,adornos con conchas marinas,
brazaletes de arquero, útiles
de sílex (dientes de
hoz, laminillas y puntas de
flecha), punzones, espátulas
de hueso, etc... Hay además
fabricados en cobre, puñales,
punzones y armaduras de flecha
del tipo Palmella.
Tanto las conchas
marinas, que sirvieron para
fabricar los adornos, como
el mineral de cobre, llegarían
a los poblados fruto del comercio
con otras zonas en las que
abundaban.
El siguiente
período corresponde
a la Edad del Bronce, que
en el Sureste se conoce como
Cultura del Argar. Son numerosos
los yacimientos de este período
que aparecen en nuestro término
municipal. Se situaron en
zonas elevadas, lo que facilitaba
la visibilidad, el control
del territorio y la defensa
del asentamiento.
Se han encontrado numerosos
restos de vasos sin decorar
o con motivos decorativos
sencillos como digitaciones,
mamelones, etc... Hay restos
de grandes vasijas de enterramiento,
ya que las gentes de este
período enterraban
a sus muertos en ellas; además
también usaban covachas,
fosas, cistas (cajas cuadradas
hechas con losas de piedra),
etc... El enterramiento se
efectuaba debajo de las casas
en las que vivían o
en las calles del poblado.
Junto al difunto (que se colocaba
en posición fetal),
se ponía el ajuar funerario.
Durante la
Edad del Hierro, los influjos
orientales (fenicios y griegos)
sobre las poblaciones del
Bronce Final, producirían
una serie de transformaciones
que darían lugar al
desarrollo de la Cultura Ibérica.
Los asentamientos aparecen
tanto en altura como en llanura.
En altura destaca el poblado
de Molata de Casas Viejas,
uno de los de
mayor entidad de la provincia
de Granada, que cuenta con
unas importantes defensas
naturales . Hay materiales
procedentes de este yacimiento
en los museos arqueológicos
de Granada y Murcia, destacando,
en este último, un
casco ibérico de bronce.
Se dispone de fragmentos de
vasijas con decoraciones geométricas
(bandas, segmentos, círculos
concéntricos, semicírculos,
etc.), fusayolas, restos de
cerámicas con estampillas
y de pequeñas falcatas
votivas de hierro, etc...
Destaca la presencia cerámica
ática, fruto del comercio
griego en los siglos V y VI
A.C.
La llegada
de los romanos en el año
218 a.C., como consecuencia
del conflicto con Cartago
en la segunda Guerra Púnica,
se va a dejar notar en numerosos
yacimientos ibéricos
de Puebla ya en época
temprana.
En
principio los romanos se ubicaron
en los mismos lugares ocupados
por las poblaciones ibéricas,
aunque desaparecen los poblados
en altura (posiblemente porque
los nuevos conquistadores
obligasen a las gentes ibéricas
a establecerse en llano para
controlarlas mejor). Con el
cambio de Era y en siglos
posteriores aparecen sobre
el territorio del Campo de
la Puebla numerosas villas,
que nos hacen suponer una
explotación intensiva
de sus tierras en este período.
Se colocaron junto a los principales
caminos que recorren el
campo y, algunas de ellas,
próximas a la Acequia
de Bugéjar. De esta
época hay una importante
fortificación romana
en el Cerro del Trigo, que
pudo servir de refugio temporal
en momentos de peligro o para
ejercer el control de la zona.
Se han recogido numerosos
fragmentos de sigillatas (decoradas,
lisas y con marcas de alfarero),
algunas monedas, placas de
mármol, un sello de
panadero, ladrillos decorados,
fragmentos de estuco pintado,
etc.
De época
Tardorromana, aparte de algunos
restos cerámicos con
decoración a ruedecilla,
destacan unas tégulas
con restos epigráficos
y un broche de cinturón
visigodo con una bonita decoración.
Con la llegada
de los árabes en el
año 711, la mayoría
de los asentamientos de épocas
anteriores desaparecen. La
población se desplaza
hacia el Noroeste del municipio.
Los yacimientos se sitúan
en las proximidades de la
Sagra: Castellones, Castellón
del Patronato, etc... Se han
encontrado restos de cerámica
árabe estampillada,
esgrafiada, vidriada, de cuerda
seca total y de cuerda seca
parcial. Hay además
cuentas de collar de pasta
vítrea, útiles
de bronce, puntas de flecha
de hierro, etc.
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